El miércoles pasado asistí a la presentación del nuevo libro de Patricia Esteban Erlés, ‘Casa de Muñecas‘, un compendio de microrrelatos en torno a las estancias de un edificio que ha ilustrado Sara Morante con gusto exquisito. Lo compré ayer mismo, así que poco puedo deciros del texto. Leer microrrelatos es como comer moras o polvorones: hay que degustarlos en pequeñas dosis para no caer en el empacho. Pero, después de haber devorado ‘Manderley en venta’, os lo recomiendo casi con los ojos cerrados. O muy abiertos. Merece la pena.
La eternidad es el infierno de los muñecos
Frases lapidarias de los muñecos asistentes aparte, lo que más interesa a este blog es el proceso creativo de este libro, cuya gestación ha empezado a incorporar redes sociales e inteligencia colectiva en estado puro. Tímidamente, eso sí. Esteban Erlés se hizo el propósito de escribir un microrrelato diario y colgarlo en Facebook para ir enriqueciendo su proceso de escritura con los comentarios de los lectores, lo que cerró un interesante y productivo bucle entre la cuentista y su público, que se convirtió en coautor después de pasar por la criba de la escritora.
Las redes sociales son un agujero sin fondo que te comen los pies y las orejas, pero también te permiten establecer relaciones laborales y personales muy interesantes y productivas
Porque, tal y como contó Esteban Erlés, hasta la ilustradora de este compendio de microcuentos era una de las seguidoras en Facebook de su experimento literario. Así que, sin quererlo, Casa de muñecas es un proyecto de crowdsourcing: Esteban Erlés puso los textos, los seguidores los enriquecieron, Morante se encargó de los dibujos y Juan Casamayor editó el conjunto. Sin darse cuenta se pusieron de acuerdo para hacer lo que mejor sabían hacer. La calidad del resultado creció exponencialmente o, al menos, ofreció derroteros creativos, ideas nuevas y sinergias que nunca habrían salido de una única mente pensante. ¿Estamos ante un cambio de paradigma narrativo? Se está produciendo poco a poco, pero parece que sí. Veamos aquí algunas de sus características.

Patricia Esteban Arlés, escritora, y Sara Morante, ilustradora, durante la presentación de ‘Casa de muñecas’
Autor-director de creación colectiva
El autor desaparece, se diluye o pasa a asumir funciones de coordinación o filtro de una pléyade de ideas que provienen de todas partes del mundo. Un ejemplo reciente de este nuevo paradigma de autoría colectiva es Gesamt, un desafío que el director Lars von Trier lanzó al mundo para tratar de dar con una obra maestra total.
Escritor community manager
Con la excepción de bestsellers como ‘Juego de Tronos’ o ‘Crepúsculo’, en los que las editoriales sí dedican recursos para marketing y comunicación, el escritor asume cada vez más la labor de promoción de su obra y de community manager de sus propios seguidores. Publica y vende porque tienen una comunidad que le sigue y a la que mima y dinamiza, al contrario de lo que sucedía en el pasado: que como publicaba, tenía una red infinita de seguidores. La autoedición empieza a amenazar a figuras muy interesantes y, en mi opinión, fundamentales dentro del mundo del libro, como es el caso del editor.
La cultura de lo hiperbreve
El ‘homo distraidus’ que popularizó un anuncio de Nestea no es sólo leyenda. Textos como ‘Concéntrate’ de Harriet Griffey y ‘Superficiales: ¿Qué está haciendo Internet con nuestras mentes?’ de Nicholas Carr ponen de manifiesto cómo el hipertexto, la conectividad permanente y las interrupciones continuas de mensajes y correos electrónicos están afectando a nuestra capacidad de concentración y nuestra inteligencia. Para empezar, cada vez nos cuesta más enfocarnos en textos largos que requieren esfuerzo y dedicación. Y las consecuencias de este fenómeno se dejan ver también en el mercado literario: predominan los bestsellers de miles de páginas, pero que se leen con facilidad porque son pura acción; y se retoma el relato y la literatura hiperbreve, que muchos consideraban hasta hace poco, de manera muy injusta, géneros menores. En realidad, este tipo de textos requieren menos tiempo de lectura, pero son ricos en significados, técnicamente muy complejos y necesitan reposo y reflexión para sacarles el máximo partido.
El libro impreso: algo más que texto
Porque incluso algo aparentemente anodino, como el soporte, también influye en cómo leemos y en lo que retenemos.
‘¿Los libros electrónicos hacen más difícil recordar nuestras lecturas?’ es un artículo publicado en la revista Times donde se indica que, de acuerdo con algunos neurocientíficos, la lectura electrónica afecta nuestra memoria, es decir, es más difícil recordar lo que hemos leído y datos como los nombres de los personajes no se mantienen tan fácilmente cuando los hemos leído a través de una pantalla.
Este extracto del post de Los Poetas del Rock reabre otro interesante debate sobre el futuro del libro en papel. Pero mientras se resuelve la cuestión de si leemos más o menos con los e-readers y de si recordamos mejor o peor lo que visionamos en soporte electrónico, las editoriales tradicionales están cuidando la edición para tratar de potenciar (y de salvar) los ejemplares en papel. El libro objeto, el libro lujo. Como es el caso de ‘Casa de muñecas’ con sus cuidadas ilustraciones, que inspiró este post sobre posibles tendencias en el mundo del libro.

Páginas de Espuma edita ‘Casa de Muñecas’, de Patricia Esteban Erlés